Fábula de la abeja y el hada
Antes de que tú nacieras,
en tiempos de la Prehistoria,
cuando en el mundo había fieras
que ni me sé de memoria…
un hada encontró a una abeja
terriblemente infeliz:
gemía, entre queja y queja,
se sonaba la nariz…
─¿Por qué lloras ─dijo el hada─,
ahí tumbada, boca abajo?
La abejita respondió:
─No me gusta mi trabajo.
(Y es que entonces, las abejas,
hacían cosas asquerosas:
¡se posaban en las cacas!
No en las lilas ni en las rosas…
Su miel, ya imaginaréis,
tenía un sabor tan terrible
que solo para las moscas
era un poco comestible.*
Un buen señor troglodita
que, sin pensar, la probó,
gritó: «¡Comida maldita!»
y sin pelo se quedó.)
Pero, volviendo al encuentro
de nuestra abeja y el hada,
el hada le preguntó
al verla tan preocupada:
─Dime, abeja, ¿qué te gusta?
¿Qué te hace sentir mejor?
─Pues… el oler cosas buenas,
el volar de flor en flor…
─Pero entonces ¿a qué esperas?
¡Busca el polen de las flores!
No te hace falta mi magia.
¡Trabaja de mil amores!
Así que, desde aquel día,
las abejas hacen eso.
Y su miel huele muy bien
(no huele a caca ni a queso).
¡La moraleja ha llegado!
(aunque a alguno le dé rabia.
Puede haber un despistado
que tenga la mente en Babia…)
Si eliges bien lo que haces,
vivirás con alegría.
Sentirás que no trabajas
ni uno solo de tus días.
Vanesa Pérez-Sauquillo
* Por si acaso alguien lo duda,
esto que cuento es ficción
(que es la verdad de otros mundos:
los de la imaginación).
Poema del 1 de mayo («Fábula de la abeja y el hada»)
Texto: Vanesa Pérez-Sauquillo
Ilustración: Raquel Díaz Reguera
Libro: Un poema para cada día de primavera, Lumen Infantil, 2020.