Climax Road

(Ediciones Rialp, 2012)

Accésit del Premio Adonáis 2011
Premio Ojo Crítico de Radio Nacional 2012

 

II

La adolescencia en Farmington
es algo que sucede para siempre.
Tiene larga mirada de reptil.

Se sobrevive al sexo
y a las heridas roncas de la noche.
El abismo no tiene las palabras contadas.
La sed no acaba donde comienza el grito.

Brota y pasa continua la belleza
de lo que no podemos ni observar.

Que la vida proteja a las criaturas
enredadas en Farmington a un sueño.

XVI

Climax Road, callejón sin salida.
El cartel más robado del lugar.

Kurt es el príncipe de los claroscuros.
“Llévame a Climax Road”, le piden todas.
“Llévame a Climax Road”, le exige Jane.

Kurt conduce.
Kurt se cree que conduce su lujuria
a un cartel que se oculta tras las ramas.
Un cartel que se limpia con la lengua.
Difícil de entender.
Quizá muchos, demasiados carteles,
o es la velocidad.
Pero es el príncipe de los claroscuros
y aun a ciegas,
con los ojos en blanco
esperma derramado,
no reconocerá que Climax Road
es un cartel de todos y de nadie
y por mucho que busque o lo disfrace,
por mucho que se pare en el camino,
él no sabe llevar a Climax Road.

XXIV

Los ambulantes han sido expulsados.

Los que ven en la niebla de las uvas
los caminos secretos de la luz.

Los que encienden las cabezas de paja
y enredan las aldeas
donde la muerte se pasea y susurra.

Los que viven de lo que no se toca
y tocan todo aquello que dice
“no tocar”.

Los que adornan con lazos
los carromatos de miseria.

Los que plantan espirales de humo
por los nidos vacíos de los bosques.

Los ambulantes.

Viven en el anillo
que solo las urracas ambicionan.

Cantan la madrugada de madera.

Lloran por las plantas que mueren,
lloran por las plantas que nacen,
todo lo que está vivo
que duele y vive cerca o lejos
de ellos.

Ellos, los ambulantes,
los mismos, los diferentes
han sido expulsados.

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